El oxigeno de la Tómbola son las personas

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Dos personas llenas de ilusión dedicadas durante 50 días a vender boletos…

Parece que cuando pruebas, repites.

Para Socorro Caballero, este es su segundo año en la Tómbola como voluntaria.

A sus 64 años, decidió que quería colaborar con Cáritas. No se lo pensó mucho y habló con Ana, la responsable.

Le dije que me encantaría ser voluntaria. Al día siguiente me llamó y me comentó que podía empezar cuando quisiera

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La experiencia la califica de formidable. Y es que a Socorro le encanta hablar con la gente, ver sus caras de ilusión cuando compran un boleto.

 

Me gusta ver que el 95% de la gente viene a la tómbola porque lo han vivido desde siempre en sus casas. Esto, sin duda, es una tradición. Cada vez hay más gente joven que viene a la Tómbola. Y muchos señores y señoras con sus nietos… ¡Vienen muchísimo!

 

Asegura que mucha gente se desilusiona cuando no les toca nada…

Pero yo enseguida les digo que cómo ya sabemos para lo qué es, ellos, finalmente recapacitan y se van contentos… Ese vacío ya no es tan grande. La gente más joven, sin embargo, no están tan concienciados. Vienen a por su regalo y si finalmente se van con las manos vacías, alguno se va un poco enfadado.

Para Benancio Maisterra, un profesor jubilado de 70 años, este es su tercer año como voluntario. Él entro en Tómbola por medio de un amigo

Txomin Larumbe, un señor muy vinculado a Cáritas y miembro de mi cuadrilla me propuso venir a echar una mano en la Tómbola y… ¡Aquí seguimos! La experiencia es maravillosa. Yo vengo del mundo de la docencia, siempre he estado de cara al público y esto me llena, es muy agradable.

 

Sentimentalmente, Benancio asegura que hay una cosa que le llega al alma, casi hasta le emociona

Muchas personas vienen a comprar boletos para sus madres, padres, abuelas… personas que siempre vinieron a la Tómbola, pero que por desgracia, ya no pueden. Y son ahora sus familiares quienes les llevan esos boletos a casa. ¡La ilusión nunca se pierde!

 

Tanto Socorro como Benancio, aseguran que cada vez les supone menos esfuerzo empeñar esta labor y que por tanto, disfrutan más. La Tómbola les llena de vida, porque como bien dicen:

El oxigeno de la Tómbola, son las personas. Por eso mismo, el año que viene, volveremos… ¡Sin duda!

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